sábado, 14 de febrero de 2009
La vejez del perro
Han pasado los años casi sin darnos cuenta y nos quedamos sorprendido al comprobar que nuestro perro, nuestro fiel amigo de todos los días, esta enfermo, pero de una enfermedad que no tiene remedio, la enfermedad que pone fin a nuestras vidas, la vejez. De repente observamos que nuestro perro respira agitadamente tras un ligero ejercicio, que sus movimientos no son tan ágiles, que hace verdaderos esfuerzos por agradarnos y que, sentado sobre sus cuartos traseros, mueve la cola sobre el suelo y nos mira con una "dulce expresión" de cariño y sentimiento, como diciendo: "Lo siento, lo siento mucho...pero no puedo más". Y la verdad se abre paso en nuestra mente y nos avergonzamos de nuestra ceguera, de nuestro egoísmo. ¿Como es posible? ¿Como no hemos caído antes de ello?. El perro está reumático, no ve bien, no oye bien. Y, sin embargo, no no hemos dado cuenta hasta hoy, cuando estos achaques debía de venir arrastrándolos desde hace tiempo. Nuestro compañero se ha forzado en ocultarlo para no preocuparnos. Hasta el fin se ha mostrado como un verdadero amigo, disimulando sus malestares, dejándonos en la ignorancia hasta el ultimo momento, cuando la cosa era tan evidente que ya no había modo de evitarlo. Nosotros, felices de su compañía, no recodábamos, tal vez no queríamos recordar, que la vida del perro es más corta que la humana y que forzosamente, un día tendríamos que despedirnos definitivamente de él. ¡Como han pasado los años!¡Si parece que fue ayer cuando reíamos divertidos, al ver los esfuerzos de la bolita algodonosa que era nuestro cachorro para mantenerse de pie y dar los primeros pasos! Toda felicidad es efímera. ¿Podríamos, acaso pretender que el gozo que sentíamos con la compañía, el cariño y la lealtad de nuestro perro durase toda la vida? Y, en realidad, ha durado toda una vida: la del perro.
¡Descanse en paz nuestro fiel amigo!
Nota extraida de una enciclopedia canina del año 1981.
Leer tambien: Soy tu perro